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Cómo afrontar el examen PIR

Actualizado: 28 dic 2023


Cómo afrontar el examen PIR _ JHG
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La educación humanista no sólo consiste en «enseñar a aprender», en fomentar la «espontaneidad creadora del alumno», ni mucho menos en preparar técnicamente, sino también en transmitir contenidos fraguados en la dialéctica de los siglos y en desarrollar la memoria de un legado pasado que da sentido al presente y abre paso al futuro. FERNANDO SAVATER
As to methods there may be a million and then some, but principles are few. The man who grasps principles can successfully select his own methods. The man who tries methods, ignoring principles, is sure to have trouble. HARRINGTON EMERSON


Aprobar el examen PIR no depende ni de la academia por la que te decides, ni de si estudias por medio de manuales de referencia, apuntes o clases. Y lo peor de que cientos de opositores al año le den infinitas vueltas a esta decisión es que pierden de vista lo importante.


Deconstruyendo el examen PIR


El examen PIR es una prueba de 210 preguntas tipo test que dura 4 horas y media. El contenido es desconocido, abierto. Nos orientamos por las convocatorias anteriores, y de ahí inferimos los manuales de texto que utilizan para extraer las preguntas (muchas de ellas se encuentran de forma literal en esos textos). Al examen se presentan de media unas 4000 personas al año y sacan plaza unas 200. Por lo que a mí respecta, no hay más que saber. El hecho de que no haya una entrevista personal en el proceso debe alegrarnos como candidatos, y alarmarnos como ciudadanos.

Dicho esto, las metodologías de las diferentes academias son intentos de ayuda, pero se basan en esos simples parámetros, y las diseñan personas como tú y como yo (no tienen, en principio, información privilegiada). Es fácil dejarse llevar por la histeria y querer recabar información para decidir «la mejor academia». Con sinceridad, creo que esa es una muy mala estrategia.

Preguntémonos, en primer lugar, ¿qué deberíamos hacer para estar en la mejor disposición para superar un reto de este calibre? Pensemos por nuestra cuenta antes de llenarnos de voces.

 

 Aceptar la naturaleza del examen PIR


Cuesta asimilar las meras características de la oposición, y lo he observado incluso en opositores con 3 o 4 convocatorias a sus espaldas. El término injusto es un signo claro de no haber comprendido realmente qué supone todo esto. El examen PIR no puede ser injusto. La indignación que siente el opositor se explica en parte por la no comprensión de las reglas del juego —yo las detesto, pero me indigno con ellas antes, no mientras juego—.


Repasemos estas características, aceptémoslas y tengámoslas presentes siempre, antes de decidir nada:

  • Es un examen competitivo. No se trata de aprobar ningún examen, sino de superar a 3800 opositores. Mi posición relativa es lo importante al final, pero también durante toda la oposición —lo uso como guía—. Tiene poco o ningún sentido tener como referencia preguntas acertadas, pues la dificultad del examen varía de año en año.

  • El contenido del examen es parcialmente una incógnita. Cientos de opositores se quejan de esta cuestión cada año, ¡tras haber hecho el examen! No puede ser una sorpresa que entre material no dado por las academias. El Ministerio, la comisión encargada de formular las preguntas, puede extraerlas de multitud de textos académicos y guías clínicas. De nuevo, asumámoslo.

  • Es una labor de estudio autónomo. Tener una academia acompañándote puede dar la ilusión de que no es así, pero las clases, las tutorías, no hacen de la oposición otra cosa que un estudio autónomo. La pregunta es, ¿están los opositores preparados para esto? Y si no lo están, ¿quiénes les ayudan?

 

Método tradicional y mediocre


Es difícil determinar los factores relacionados con sacar plaza, pero por mi experiencia voy a aventurar algunos. En primer lugar, considero que las diferencias entre academias aportan marginalmente a los resultados finales. El esquema de organización de todas ellas es similar e impiden ver que en el conjunto es una estrategia mediocre. Pocos se han parado a pensar que habrá aprobados cada año y que el reparto se produce entre metodologías muy parecidas.

  Esta metodología se puede resumir en: i) te oriento en el contenido; ii) te doy clases y iii) te ofrezco tutorías para apoyarte en el proceso. Repito, me parece que este esquema es muy pobre, pero está oculto tras la mediocridad generalizada. Y lo es porque obedece más a un esquema tradicional de ayudar en masa, y que, por ese mismo motivo, pierde de vista lo fundamental. ¿Qué es, pues, lo fundamental?

 




Volviendo a los básicos


Recapitulemos la esencia del examen PIR: Preparación autónoma de un examen competitivo con contenido ambiguo. ¿Cómo ayudar a una persona en este contexto? Sólo se me ocurre una: enseñarle a aprender. Y no, ni en el Grado ni el Máster se enseña nada parecido. Muy pocos graduados comienzan la oposición con las herramientas mínimas para hacer algo semejante, y lo primero que hacen —pobres ellos/as— es enredarse sobre la academia, el contenido, en grupos de WhatsApp/Telegram, foros o webs.

Por enseñar a aprender no me refiero a enseñar técnicas de estudio, o a hacer tutorías donde se ofrece cierto apoyo emocional. Las dos cosas por separado son insuficientes y esto, lo siento, no puede ofrecerse por parte de las academias. Lo importante es que se ha de hacer, imperiosamente, de forma individualizada. Lo sé porque los principales obstáculos para crear un sistema propio de estudio son personales, y estos son individualísimos. En YouTube puedes aprender a planificarte, organizarte temporalmente, a aprender teóricamente decenas de técnicas, pero a la hora de ponerlas en prácticas saltarán resortes afectivos.

En esta necesaria individualización también interfieren un exceso de voces: academias, opositores con plaza, grupos de opositores virtuales, consejos en redes sociales, Twitter, etc. Si acabas de graduarte, no te han orientado en absoluto durante el grado (o muy poco), y te encuentras con esta selva, lo que es inevitable es llenarte de inseguridades, creencias ajenas, hipótesis, experiencias no asimiladas, y estas te acompañarán durante los años de la oposición. Cuando miro atrás me alegro de haberme aislado durante el año de estudio, teniendo contactos muy puntuales con el mundo PIR (tutorías con mis colegas Bernat e Ivette y poco más). Esto me permitió comprometerme 100 % con mi sistema, me dejó equivocarme y rectificar por mi cuenta, hacerlo crecer sin voces a mi alrededor. Estoy seguro de que fue mi mejor decisión durante la oposición; no la academia, los manuales con los que estudié, ni las técnicas que utilicé.


Persona »» Sistema propio »» Técnicas »» Contenido/Academia


Esta es mi escala de importancia de los diferentes elementos. Insisto, nos estamos centrando demasiado en el que menos importancia tiene, y sobre analizamos las diferencias debido a la academia en parte por el afán de estas mismas de destacarse.

 

El mejor sistema: el tuyo


Esta individualización, que se asemeja muchísimo a una terapia personal, no la pueden realizar en estos momentos las academias. Han emulado un sistema educativo obsoleto, y están tratando como a niños a personas adultas (con el agravio de que éstas llevan tratándose así durante todas las etapas educativas[1]). Al tratar de ayudar a más de un alumno pierden el foco, y acaban organizando la enseñanza de forma inversa a lo ideal: «expertos» ofreciendo un material procesado y un sistema único de preparación. Una tutora de una academia no puede personalizar la mentoría, pues ella misma está sujeta a la política de la academia.

Como tantas otras cosas, la pedagogía moderna es una farsa, y sobre esta materia uno haría bien de no abrir un libro que no tuviera más de 100 años. No hay nada —de valor— que no hubieran dicho ya Platón, Plutarco, Quintiliano, Cicerón, Locke, Rousseau, Montaigne, etcétera[2]. Tratar de enseñar en masa es un acto ilógico[3]. Desde luego esto se aplica a la intervención en clínica: protocolos, estrategias nacionales de Salud Mental, acreditaciones, homologaciones son la expresión paroxística de esta lógica, y sólo sirven al diseñador, al planificador, nunca al usuario (que hará lo que buenamente pueda, como el opositor).

¿Cuál es la mejor academia?, es posiblemente la pregunta más perversa y cargada de equívocos. Entran al trapo de este juego los mismos estudiantes adscritos y los profesores de las mismas academias, identificados con las mismas. La suya es la mejor academia, el resto pecan de los peores vicios. No es casualidad que en clínica hayan perdido peso los autores y teorías que explican perfectamente estas dinámicas de grupo, identificaciones, disonancias cognitivas y sesgos varios. La Psicología Social y de las Organizaciones no es clínica, parece ser, y acaba siendo víctima del mismo tribalismo que describe perfectamente. Comparar academias está al nivel de comparar enfoques terapéuticos, titulaciones/acreditaciones, ideologías, clubes de fútbol… y en toda comparación la nota dominante es el total desconocimiento de los fundamentos de la discusión.

 

Opositar es desarrollo personal


El examen PIR es una auténtica prueba de estrés, y, por lo tanto, una oportunidad para averiguar tus puntos de quiebre. Se parece tanto a una terapia que es imposible mejorar tu eficacia y eficiencia en el estudio sin mejorar muchos aspectos personales. Por algún extraño motivo, y en este mundillo hay muchos, pensamos que aprender, superar un problema psicológico o desarrollarse como persona son cosas diferentes. Por un lado, profesores, por el otro, psicólogos. Y ya si eso, coaches. Para cualquiera que no piense desde la credencial, desde el título, es decir, para cualquiera que piense por sí mismo, se dará cuenta de que estos procesos y trabajos son inseparables.

Toda la oposición sigue siendo un sinsentido, un acto antinatural. No es la manera de aprender, el examen está mal diseñado, y no comparto ninguno de los supuestos que hay detrás de todo este tinglado. No obstante, o precisamente por eso, creo que el enfrentarte a todo esto puede procurar muchos beneficios personales. De nuevo aquí aparece la voz del hater externo, que lo hace por su posición personal y no de manera objetiva. El neuropsicólogo o el conductista de privada que critica sin saber o por no haber podido. Pero siempre hay un clásico que acude al rescate y nos señala el camino del buen juicio, sin necesidad de evidencia científica: Esopo y su La zorra y las uvas.

 


Notas para la elaboración de un sistema propio


No es posible señalar a priori los factores personales que estarán involucrados durante la preparación; de lo más importante no se puede avanzar nada, y por eso mismo, acaba oculto para la mayoría. Únicamente puedo comentar algunas cuestiones que me parecen fundamentales para poder construir un sistema propio:


1. Sistema personal, autocorrectivo, con objetivación del progreso. De lo que se trata es de generar un método que te permita ir corrigiéndolo, y para ello también necesitas elaborar criterios propios para ir observando tu progreso (o retroceso). Todas las técnicas o consejos que vayas encontrando por el camino, o que idees tú misma (esto sería lo ideal), sirven a este objetivo, recuerda la jerarquía de los elementos: Persona»» Sistema propio »» Técnicas » Contenido/Academia.

 

  • Se ha de tratar de evitar toparse con los mitos habituales, o sortearlos con espíritu crítico. Un ejemplo de aplicar la lógica de grupo —aquella que están aplicando todas las academias— es la de hablar de horas de estudio, 8 al inicio, 10-12 al final. Ese es el mantra habitual. Este parámetro, por si solo, no indica la calidad del estudio, y sólo está desviando la atención del estudiante de otros que sí son más relevantes (y le pone un estándar al inicio difícil de alcanzar). De hecho, y esto ya es personal, me suele indicar como preparador una baja eficiencia de estudio[4]. En la actual generación de estudiantes, en especial las primeras semanas, me contentaría con ver que son capaces de estudiar 2-3 horas. Nota recordatoria: estudiar no es leer y resumir.

  • Con este punto estará en desacuerdo mucha gente, y por eso te costará leerlo en otro lado (donde, recuerda, la norma manda): de estos años de preparación sacarás el sistema, la forma, pues la mayoría de contenido hay que desaprenderlo lo más rápidamente posible. Los que han hecho de este examen un mero instrumento y no un fin intelectual han sido otros, no vayas a atribuir al mensajero el origen de esta desfachatez. Si ya estás en el meollo y tienes la sensación de que algo falla, en especial con el nivel del material, tienes razón (usa la energía de tu enfado a favor del proceso como en la frenada regenerativa en automoción).

  • Aquellos que tienen pericia en otros ámbitos, por más lejanos que puedan parecer, tendrán ventaja sobre el resto. No importa que no te hayan enseñado a trabajar así en los estudios, mientras lo hayas experimentado en tus clases de ajedrez, en el gimnasio, en atletismo o tocando un instrumento. No sólo tienes las herramientas mínimas para aplicarlo a una oposición de estas características, sino que ganaste la confianza (autoeficacia) tras contemplar tu propio progreso.

  • Las ideas fundamentales de otras disciplinas servirán perfectamente a tu objetivo. «Aunque es buena idea revisar continuamente tu forma de jugar y hacer cambios en consecuencia, es una mala idea hacer cambios en función de los resultados a corto plazo. (…) Los jugadores preocupados por los resultados a corto plazo padecen una angustia mental innecesaria que puede dar lugar a que tomen malas decisiones en la mesa». Estas reflexiones están extraídas de un libro sobre póker[4]. Los apartados explicados en su segundo capítulo son[5]:


                                               i.     Comprende y acepta las realidades del póker.

                                             ii.     Juega pensando a largo plazo.

                                            iii.     Da más importancia a tomar decisiones correctas.

                                            iv.     Quita importancia al dinero —se refiere a controlar la aversión al riesgo—.

                                             v.     Deja tu ego en la puerta.

                                            vi.     Elimina las emociones de tus decisiones.

                                          vii.     No dejes de analizar y mejorar tu juego.


2. Aislamiento voluntario temporal. Para crear este sistema te hace falta únicamente tener contacto con una o dos personas durante el proceso, el resto sólo te generará ilusiones de aprendizaje o acompañamiento y te inundará de voces superfluas, contradictorias o directamente perjudiciales.


  • Por aislamiento me refiero, obviamente, al mundo PIR. A nuestros amigos, familia y pareja cerca, al resto, lejos. Ni redes sociales, ni grupos, ni atiborrarme a experiencias personales de sacar plaza. Es la primera cuestión que trabajo en mis tutorías —y pocas lo llevan a cabo, cayendo una y otra vez en esta trampa—.

  • Los vídeos de experiencias de oposición PIR le sirven únicamente al opositor con plaza y a la academia. Existe una gran diferencia entre explicar lo que hiciste y mostrarlo; la misma que entre lo que decimos y hacemos: la locución acta non verba debería ser la guía perenne de todo opositor (y persona). Por estos motivos considero ilusoria y efímera la sensación de motivación que puede generar en el alumno, que acaba lleno de inseguridades, dudas e ideas sin materializar.

  • En las primeras fases es útil hacer cierta investigación de las alternativas (sabiendo que no es lo más importante, ni de lejos), pero una vez decidido por el cómo y con quién ya no tiene ninguna utilidad seguir en contacto con otros opositores. La necesidad relacional debería poder cubrirse con tu red social previa.

  




3. Discriminar las preguntas relevantes. ¿Crees que me lo puedo sacar en un año?, es un ejemplo de pregunta no relevante. Las preguntas útiles son las que orientan a la acción, las que descubren alternativas o las que desvelan carencias concretas. ¿Cuál es mi nivel de sistematización del estudio? ¿Sé procesar un manual por mi cuenta y extraer de él lo básico? ¿Qué me impide llevar a cabo esta acción? ¿Con qué recursos cuento para afrontar esta situación? 

 

Para acabar, repetiré la idea más esquiva e importante de todo lo que quiero trasladarte. Todo esto se puede comprender racionalmente, pero en la práctica está embarrado de tics afectivos y conductuales. Estos tics pueden ser funcionales, valiosos, en otros contextos, pero a lo mejor no en este (uno muy especial). Ojalá se acabe poniendo de moda el hecho de tener un mentor: un agente de cambio mezcla entre coach —orientado a una meta concreta—, terapeuta —conocimientos profundos del alma humana— y profesor —experto en procesos de aprendizaje—[6].



Bola extra: Test para saber tus posibilidades de aprobar el Examen PIR

(cada respuesta afirmativa suma un punto)

 

  • Eres estudiante de 1º o 2º de Grado de Psicología. Estás leyendo esto porque un alma caritativa, una residente, antigua alumna de la facultad, ha pasado información fiable sobre la oposición al representante de estudiantes.

  • No tienes buena media, entre otras cosas porque has descubierto que la universidad se está muriendo. Dedicas parte de tu tiempo a leer tus cosas por tu cuenta, a nutrirte de auténticos freaks de YouTube, y a alimentar tus otras pasiones: el dibujo y el clarinete.

  • Conoces a Ernesto Castro Y comprendes que ver sus vídeos aportan virtualmente nada, pero sí el copiar su método de trabajo (años seguidos de maratones de lectura, sacrificio personal, preparación de clases e impartición pública de estas, objetivos que se ha marcado él solito y que no eran necesarios para su trayectoria académica, incluso le han supuesto un obstáculo). En realidad, crees que don Castro se está pavoneando públicamente de su sistema, que es exquisito, y la mayoría es incapaz de verlo, aunque lo tenga literalmente delante de sus ojos. Si le conociste por Engrama o Psicofest resta 3 puntos a todo el test.

  • No te ofende que te digan que perteneces posiblemente a la peor generación de estudiantes de la era moderna. Te has dado cuenta de ello y te gustaría remediarlo. Crees que la edad no tiene nada que ver con esa posibilidad.

  • En algún momento, por facilidad del entorno, o por mérito propio, te has sentido progresar en algún ámbito y te gustó la sensación. Anhelas repetir.

  • Tienes la sensación de que no tienes muchas más alternativas, te atrae imperiosamente la experiencia de la residencia y no te has creído las tonterías de másteres sin sentido. Tu convicción de servidora pública es real, valoras algunos privilegios de esa salida laboral, pero tu progresismo no es de cartón (prefieres estar en la cocina quemándote que en el salón hablando).

  • Resuenas con más de la mitad de los siguientes aforismos.

  • Sabes, lo sientes en la profundidad de tus huesos, que este test es una tontería catedralicia. Tienes tus propias razones por las cuales te ves con posibilidades de sacar plaza. De hecho, ni estás leyendo esto, te has puesto a trabajar con tus precarias pero potenciales capacidades.


 


Aquí llegas al método que me procuré a mí mismo y los productos (esquemas, bases de datos, etc.) que generé. Tras sacar plaza, no he parado de modificar mi propio sistema para seguir aprendiendo (ahora sí, contenido que considero mucho más interesante).


Aquí tienes cómo contactar conmigo para tener ese tipo de ayuda personalizada.





[1] No existe esperanza para el que cree firmemente que recibir clases de un enfoque es superior a aprenderlo por tu cuenta, llegando a considerar que incluso es motivo legal y ético para que el autodidacta no pueda aplicarlo en su práctica diaria, ¡siendo este facultativo y evidentemente más preparado que aquel!.

[2] Nunca cito nada que no haya leído, y esto es una anomalía moderna. De Platón recomiendo el Menón y el Protágoras; de Plutarco al menos un vistazo a Cómo debe el joven escuchar la poesía, Cómo se debe escuchar, Sobre la educación de los hijos, De nobilitate, De música; de Quintiliano Instituciones oratorias; de Cicerón Sobre los deberes; de Rousseau el Emilio; de Locke Pensamientos sobre la educación; de Montaigne sus dos ensayos Sobre los maestros y Sobre la educación de los niños.

[3] Y si alguien cree que estoy proponiendo utopías decirle que llevo practicando la utopía de personalizar la preparación 3 años, de forma gratuita, además.

[4] En el gimnasio es fácil ver a personas, francamente fuera de forma, «entrenando» por casi dos horas. El experto tiende a dedicar no más, sino menos tiempo. Siguiendo la analogía, un preparador necesitará pasar al menos un día de jornada de estudio con el alumno —esto se puede hacer perfectamente de manera online—. De nuevo aplico la desconfianza en la transmisión verbal.

[5] No he jugado más de 10 partidas al póker en toda mi vida. Me adentro en multitud de ámbitos a propósito porque tengo la convicción de que puedo extraer cosas valiosas y aplicarlas en otros. Tengo por motores del pensamiento riguroso y complejo la metáfora, la analogía y la asociación.

[6] De hecho, este capítulo es de lo mejor que he leído sobre el examen PIR. Taylor y Hilger, La mentalidad del jugador de póker, 2015, Rekoppoker. Muchas de las ideas en el texto fueron escritas antes de su lectura, lo que refuerza, siguiendo la ley de Hebb, su valor de verdad.

[7] Por si no ha quedado claro durante el texto, me traen sin cuidado las modernas credenciales, las batallas infantiles y pobres entre gremios profesionales e insto a cualquier ejemplar de esta lacra que se aparte de mi camino.

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