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Bauman Líquido

Introducción


El presente ensayo se propone realizar una breve síntesis acerca de la vida y la obra de Zygmunt Bauman. Para ello se expondrán parte de su biografía, se identificarán las principales ideas que desarrolló en su extensa carrera y se estudiarán sus aportaciones respecto de otras teorías sociológicas. Por último, se expondrá una opinión acerca del diagnóstico sociológico del autor y sus alternativas de solución político-sociales.


Zygmunt Bauman fue un sociólogo y filósofo polaco de origen judío. Nació en Poznan, Polonia, en 1925 y falleció en Leeds, Inglaterra, en 2017. Fue catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Varsovia y de Leeds, tras huir con su familia del terror nazi de 1939 y tras su breve paso por la Universidad de Tel Aviv. De entre sus más de 57 libros y 100 ensayos destacan Modernidad y holocausto (1997), La postmodernidad y sus descontentos (2001), Modernidad líquida (2003), Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos (2005) y Ética posmoderna (2006). Bauman es considerado uno de los sociólogos más influyentes del siglo XX y su trabajo ha sido traducido a más de veinte idiomas, y es conocido especialmente por su teoría sobre la sociedad líquida, en la que describe cómo las relaciones sociales y las identidades individuales se han vuelto menos estables en la sociedad moderna y cómo la globalización y la tecnología han contribuido a esta tendencia.


Metodología y acervo intelectual


Zygmunt Bauman utilizó una amplia gama de métodos de investigación en su trabajo, tradicionales de la Sociología moderna, incluyendo la observación participante, la entrevista y el análisis de textos y discursos. También utilizó la metodología de la sociología histórica en algunos de sus trabajos, examinando cómo las estructuras y las dinámicas sociales han cambiado a lo largo del tiempo. Hizo uso, asimismo, de la metodología de la sociología comparativa, comparando diferentes sociedades y culturas para analizar las similitudes y las diferencias en las estructuras y las dinámicas sociales. Bauman utilizó la hermenéutica como una forma de examinar cómo los significados y los valores son construidos y transmitidos a través del discurso y la comunicación, en un entramado cultural e histórico.

La teoría de Zygmunt Bauman, que le sirvió a la postre como marco general para su análisis y comprensión de la sociedad moderna, se relaciona con un amplio espectro de teorías sociológicas:


  • La teoría crítica de Theodor Adorno y Max Horkheimer: cómo las estructuras sociales y culturales pueden perpetuar la opresión y la desigualdad.

  • La sociología de Karl Marx (especialmente a través de Gramsci): cómo la economía y la estructura económica influyen en la sociedad y la cultura.

  • La filosofía de Søren Kierkegaard: énfasis en la libertad individual y la responsabilidad.

  • La teoría del interaccionismo simbólico de George Herbert Mead: cómo las personas construyen significado y significado a través de la comunicación y la interacción social.

  • La Escuela de Frankfurt: cómo la tecnología y la cultura pueden controlar y alienar a las personas.

  • Teoría crítica del derecho: cómo el derecho puede ser utilizado para perpetuar la opresión y la desigualdad.

  • Teoría del conflicto: cómo las relaciones sociales se basan en la lucha por el poder y los recursos.


Las influencias sociológicas, no obstante, no agotan el acervo intelectual de Bauman. Una de las fuentes más ricas de las que se alimentó el autor, debido a su gran pasión por la literatura, fueron las imágenes evocadoras de personajes ficticios elaborados por Albert Camus (El extranjero) o Franz Kafka (El proceso; La metamorfosis). El recurso literario permite expresar la ambivalencia, la extrañeza y despersonalización del ser moderno.


En cuanto a su relación con teóricos contemporáneos pueden señalarse términos o conceptualizaciones superpuestas elaboradas, entre otros, por Ulrich Beck y Anthony Giddens[1], como son la modernidad reflexiva (o posconvencional) o la segunda modernidad. Si en la primera modernidad las sociedades son las de Estado-nación organizadas en torno a colectivos determinados, en aquellas la participación social se define por el trabajo productivo, esto es, por el mercado. Aquí también se denuncian la globalización (económica, política, social y cultural) y procesos de individuación que ya no permiten una clasificación colectiva predeterminada. Sin duda puede rastrearse su modernidad líquida al capitalismo tardío de Marx, la sociedad postindustrial de Alain Touraine y Daniel Bell, la sociedad de la información, la postmodernidad y las modernidades múltiples[2].


Por último, y en tanto Bauman es testigo y narrador de las consecuencias de las revoluciones tecnológicas modernas, es heredero de los diagnósticos típicamente sociológicos tras la era de la industrialización, especialmente de aquellos que hicieran Karl Marx y Max Weber (su famosa jaula de hierro).


Todo lo que era sólido y estable es destruido; todo lo que era sagrado es profanado, y los hombres se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas con desilusión.[3]


Principales ideas e influjo en el mundo intelectual


Como decíamos más arriba, la influencia de Zygmunt Bauman es harto vasta, ya no sólo en el ámbito intelectual sino también entre las personas de a pie, que hacen uso frecuente del término líquido. Se exponen a continuación de forma esquemática algunas de las conclusiones e ideas que aplicó a un gran número de áreas, extraídas en su mayoría en los efectos de la globalización, la revolución tecnológica actual:


  • Los derechos económicos no son ya exclusividad de los Estados-nación actuales. El poder, vehiculado a través de la capacidad económica principalmente, se traslada al mercado, que queda al margen de las maniobras estatales.

  • La anonimidad del poder, en posesión ahora de mercados a priori parcialmente autónomos, queda al margen de los ámbitos políticos de antaño. El pensamiento único de los mercados desregulados reduce los derechos políticos del ciudadano[4].

  • Los derechos sociales, antes garantizados por el llamado Estado del Bienestar (de la cuna a la tumba), son ahora reemplazados por el deber y la auto-optimización del ciudadano.

  • La transformación líquida de la sociedad moderna significa que las relaciones sociales y las identidades individuales son inestables, cambiantes, ambiguas. Se aplican en la esfera personal y relacional las nociones propias de un mercado económico desregulado. Esta noción es aplicada tanto al entorno laboral como al sentimental e identitario.

  • El consumismo[5] se convierte, de esta manera, en una forma de vida en la que las personas buscan saciar sus deseos mediante la adquisición constante de bienes materiales. Esto entronca con el patrón psicológico anómico, donde la falta de normas y valores fijos y claros provocan una falta de sentido y guía vital, además de una indiferencia respecto al otro, respecto a la comunidad. Se crea una situación paradójica, en la que se sustrae al ciudadano la estructura social necesaria para su desarrollo óptimo a través del espejismo de una celebrada individuación. En definitiva, el ciudadano se transforma en consumidor[6].


Conclusiones (y opinión personal)


Es indudable de la relevancia e influencia del pensamiento de Bauman en el campo de la sociología contemporánea. Su marco teórico puede ser útil para entender y analizar ciertos fenómenos que precisan de análisis crítico: i) factores que intervienen en la construcción identitaria personal; ii) estructuras organizativas que perpetúan la situación desfavorable de ciertos grupos sociales; iii) cómo afectan la globalización y las nuevas tecnologías a los patrones de relación, entre otros. No obstante, y en tanto se señalan las perversiones del sistema capitalista, de la pérdida de conciencia colectiva (política) y el individualismo que engendra un relativismo moral perjudicial[7], Bauman puede agruparse con facilidad entre otros muchos autores con el mismo diagnóstico.


En este sentido, las cuestiones nucleares sobre su modelo de pensamiento —incluidas las propuestas de transformación, entremezcladas con el propio análisis[8]— están sujetas a las mismas críticas o reflexiones que siguen siendo discutibles. En primer lugar, querría subrayar la intención totalizadora de su análisis, que engloba más allá de la sociología propiamente dicho, abarcando campos que son, a priori, propias de la Política, la Ética, la Psicología y otras tantas. La autonomía (parcial) que anhelaba el fundador de la Sociología, Auguste Comte[9], no sólo ha sido alcanzada, sino que podría haber traspasado sus propios límites como disciplina. No habría objeción sensata a este esparcimiento si contara con el acervo valioso de esas otras disciplinas (yo opino que no esa conexión no se logra en la obra de Bauman).


También son discutibles las conclusiones acerca de los mercados, las desregulaciones y la pérdida de poder político y económico de los Estados-nación. Es indiscutible que existen oligarquías corporativas con un poder que trasciende lo estatal, pero no está tan claro que esto vaya de la mano de una reducción de su poder, casi puede verse como una coligación entre estado y corporaciones multinacionales. Asimismo, la crítica al consumismo actual y la atribución de que la publicidad moldea[10] nuestras formas de pensamiento es también equívoca. En definitiva, se acaba pecando de lo que Norbert Elias llama modelos ingenuos y egocéntricos[11], en los que se cosifican y deshumanizan las figuras sociales analizadas. El análisis crítico, desmenuzado, sobre conceptos como el individualismo (político), el capitalismo, el Poder, la identidad personal, la filosofía de la tecnología y otros tantos, son ricos en matices desde las propias disciplinas que los tienen como nuclear, y no se dejan reducir totalmente desde coordenadas sociológicas.


Veamos, como ejemplo, la pretendida transformación de la naturaleza humana por medio de los dispositivos culturales e históricos (ya en el origen de la disciplina, donde se unificaron forma de pensamiento y contenidos cambiantes[12]). Bauman, como otros, postula que en la post(modernidad) nuestros deseos son determinados, dada su forma voluble, por los patrones actuales de consumo-satisfacción. ¿Es esta una auténtica novedad sociológica —y psicológica— derivada de esa estructura capitalista? ¿O es en cambio una variante más de una humanidad que es la misma en todo momento y lugar[13]? La insaciabilidad del deseo ya fue descrita por Platón en el Gorgias[14]:


En efecto, he oído decir a un sabio que nosotros ahora estamos muertos, que nuestro cuerpo es un sepulcro y que la parte del alma en la que se encuentran las pasiones es de tal naturaleza que se deja seducir y cambia súbitamente de un lado a otro. A esa parte del alma, hablando en alegoría y haciendo un juego de palabras, cierto hombre ingenioso, quizá de Sicilia o de Italia, la llamó tonel, a causa de su docilidad y obediencia, y a los insensatos los llamó no iniciados; decía que aquella parte del alma de los insensatos en que se hallan las pasiones, fijando la atención en lo irreprimido y descubierto de ella, era como un tonel agujereado aludiendo a su carácter insaciable. Éste, Calicles, al contrario que tú, expresa la opinión de que en el Hades ––se refiere a lo invisible–– tendrían el colmo de la desgracia los no iniciados y llevarían agua al tonel agujereado con un cedazo igualmente agujereado.


No puedo, por último, deslizar esta última reflexión. Es indiscutible que las condiciones materiales determinan —siempre en parte— al menos las diversas formas conducta de los seres humanos. Ahora bien, y por la misma razón, estas corrientes críticas que relativizan mediante sus análisis sociológicos dispositivos culturales evolucionados como son el Estado, las religiones, el comercio (en forma de mercado global), la Familia e incluso el género, ¿no están ellas mismas generando eso que señalan cual suerte de profecía autocumplida?

[1] Ulrich Beck, Anthony Giddens y Sott Lash, Modernización reflexiva. Política, Tradición y Estética del Orden Social Moderno, Editorial S.A., 1994. [2] John R. Hall, Bauman líquido, Revista mexicana de Ciencias Políticas y sociales, núm. 230, p. 279. [3] Karl Marx y Frederich Engels, Manifiesto comunista, Ediciones Elaleph, p. 31. [4] Elena Álvarez Álvarez, Critical Thinking in Time of Crisis: An Analysis of Zygmunt Bauman’s Theoretical Frame, The International Journal of Critical Cultural Studies, p. 47. [5] John R. Hall, op. cit., p. 276. [6] Elena Álvarez Álvarez, op. cit., p. 43. [7] Ibid., p. 45. [8] John R. Hall, op. cit., p. 278. [9] Norbert Elias, Sociología fundamental, Gedisa Editorial, 2008, p. 52. [10] John Kenneth Galbraith, La Sociedad Opulenta, Editorial planeta, 2020, p. 40. [11] Norbert Elias, Sociología fundamental, Gedisa Editorial, 2008, p. 17-18. [12] Ibid., p. 47. [13] David Hume, Investigación sobre el conocimiento humano, Alianza Editorial, 2022, p. 139. [14] Platón, Gorgias, 493a.

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